jueves, 25 de febrero de 2016

• SE TRANSMITE VIDEOCONFERENCIA "PERCEPCIONES Y ACTITUDES DE LA POBLACIÓN URBANA MEXICANA SOBRE LA PRODUCCIÓN Y CONSUMO DE LOS ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS" DEL DR. OSVAL ANTONIO MONTESINOS LÓPEZ



Mostrando sumo interés en el tema, estudiantes y profesores del área de Ingeniería Química y Bioquímica, asistieron a la transmisión de la videoconferencia "PERCEPCIONES Y ACTITUDES DE LA POBLACIÓN URBANA MEXICANA SOBRE LA PRODUCCIÓN Y CONSUMO DE LOS ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS" impartida por el Dr. Osval Antonio Montesinos López.

A continuación se reproduce parte de las conclusiones de esta interesante videoconferencia:


Se propuso un instrumento de medición para registrar las percepciones y actitudes de la población urbana en México, sobre la producción y consumo de los organismos genéticamente modificados, que resultó razonable a nivel regional y nacional de acuerdo a los análisis realizados. Se observó una carencia generalizada del tema, carencia que va desde la definición de un OGM hasta sus aplicaciones y existencia de leyes reguladoras. Incluso, porcentajes elevados sugieren que los individuos no han probado los productos transgénicos o desconocen si los han consumido, dejando claro que una gran mayoría de los encuestados ignora la presencia de los productos GMs en el mercado nacional. 

En lo que respecta a la confianza atribuida a quienes trabajan con los productos genéticamente modificados, se observó que las universidades y científicos, a nivel nacional o mundial, son quienes poseen la mayor confianza. En el otro extremo, los individuos encuestados carecen de confianza en las empresas y farmacéuticas que trabajan con productos transgénicos. En varios casos, tal desconfianza se extiende hacia los agricultores que utilizan semillas genéticamente modificadas en sus cultivos. En cuanto a los beneficios y riesgos percibidos en el uso de productos transgénicos, se observó que la percepción de utilidad fue positiva únicamente en lo que se refiere al uso de los OGMs para incrementar la producción agrícola, dejando muy por debajo la utilidad de los mismos en beneficio de la economía, las familias y medio ambiente. Por el contrario, se perciben riesgos elevados en el uso de los productos transgénicos. La mayoría de los individuos, en todas las regiones, consideran que el uso de los OGMs, pueden traer consecuencias para la salud. Consecuencias que van desde causar enfermedades y dañar al medio ambiente en el país, hasta tener efectos adversos en las futuras generaciones. 
Se observó que los individuos no están de acuerdo con que se utilice la tecnología para producir OGMs, que si bien consideran que su aplicación permite mitigar el desabasto alimenticio, se muestran renuentes a consumirlos en familia, no percibiendo su efecto en la calidad nutricional y esperanza de vida con respecto a los alimentos convencionales. El factor religión muestra que los individuos encuestados no están a favor de la producción de lo OGMs, ni consideran correcto la modificación de plantas y animales para el consumo humano. Sin embargo, no prohíbe del todo su consumo. Se observó también que los individuos no siempre suelen leer las etiquetas de los productos que consumen. Pero muestran una actitud muy positiva hacia la necesidad de etiquetar los productos transgénicos, que se regule tal etiquetado y la publicidad de los mismos, haciendo hincapié́ de que la publicidad muestre toda aquella información necesaria sobre el contenido de los productos. 
En cuanto a la actitud hacia la compra, se observó que los individuos encuestados, mostraron cierta preferencia a comprar los productos transgénicos si estos; fueran más baratos, con un contenido menor de grasas y que hayan sido cultivados en un ambiente similar a la producción orgánica convencional. En cuanto a los valores sociales observados en los productos transgénicos, los individuos mostraron que tales productos poseen un alto potencial para combatir la escasez de alimentos en México. Sin embargo, no concuerdan con que se utilice la tecnología para producir transgénicos para el consumo. Es decir, por un lado reconocen el potencial de los OGMs, pero por otro no están de acuerdo con su aplicación. 
Finalmente, en lo que respecta a la promoción, se observó una actitud ligeramente positiva entre los encuestados, hacia que el gobierno brinde financiamiento en investigaciones con productos transgénicos, con el fin de generar nuevos medicamentos. Sin embargo, los individuos mostraron su inconformidad ante la posibilidad de que el gobierno pudiera financiar a empresas privadas para producir transgénicos o que se permitiera la importación y cultivo de los mismos para el consumo nacional. 
Para el etiquetado se observó que los individuos que consultaron Literatura Especializada fueron los que tuvieron una actitud más positiva hacia el etiquetado. En algunas regiones se observó que el habito de leer las etiquetas es más recurrente en individuos con un nivel de estudios mayor. En cuanto a los valores sociales en el uso de los productos transgénicos, se observó que estos fueron mayores en individuos de menor edad. Situación que se repitió́ en la actitud hacia la compra, que fue más positiva en individuos más jóvenes en la mayoría de las regiones. 

En este análisis, dado que la mayoría de las personas entrevistadas tienen mayor educación y tienen un mayor contacto con los productos transgénicos, se encontró́ que la mayoría de los entrevistados dice conocer a los productos transgénicos. Sin embargo, la gran mayoría no sabe la definición correcta de un OGM. Se encontró́ a pocas personas muy a favor de los productos transgénicos y sus aplicaciones y a muchas con una opinión bastante negativa. Esta opinión bastante negativa en parte se puede atribuir a que la mayoría de estas personas asocian los productos transgénicos con aquellos productos que han utilizado agroquímicos para su producción o elaboración. Para éstas personas todos los productos que no son naturales han sido modificados por el hombre y tienen alta probabilidad de causar daños a los humanos. 
De igual manera, por la definición no apropiada de un OGM que las personas tienen, mencionan conocer a muchas plantas, animales y marcas de productos que contienen OGMs. Además, hacen énfasis que estos productos provocan daños a; la salud, al medio ambiente, a la economía, a lo social y a lo cultural. Siendo los siguientes riesgos los que mas les preocupan; cáncer, enfermedades crónicas, extinción de especies animales y vegetales, y contaminación. Todo eso está ocurriendo por la falta de ética de todos aquellos involucrados (empresarios, agricultores, científicos y otros) en la producción de OGMs, a los grandes intereses económicos y a la falta de regulación existente de los OGMs.  
La confianza en la producción y consumo de los OGMs es sumamente baja, ya que los entrevistados confían muy poco en los cientificos que están trabajando en la producción de OGMs, porque creen que estos; no son éticos, no cuentan con los conocimientos suficientes para garantizar la elaboración de productos inocuos y no son independientes, ya que en muchos casos tienen compromisos con las grandes empresas transnacionales que están financiando sus investigaciones. Lo cual implica que los científicos realmente no tienen un gran compromiso social . Por otro lado, la confianza en los empresarios y agricultores es más baja que la que alcanzan los científicos. 
Los argumentos a favor y en contra sobre la producción y consumo de los OGMs son muy variados, pero predominan las actitudes negativas hacia los OGMs. Ya que perciben altos riesgos sobre la producción y consumo de los OGMs. Además de cuestionar sus posibles beneficios. Reconocen que el uso de semillas transgénicas podría incrementar la productividad de los agricultores, pero sostienen que esto no es suficiente en comparación a los daños que estos productos pueden ocasionar a; los productores orgánicos, a la salud humana y a la biodiversidad, así como a la soberanía alimentaria, ya que las grandes empresas están acaparando la producción de los OGMs. 
En cuanto a si consumirían productos transgénicos como tortillas o productos bajos en grasas, la percepción es que no. Aunque algunos optarían por ellos, condicionado a varios factores, siendo el más importante que muestren evidencias científicas de que estos productos no dañan la salud de las personas. En relación a la percepción del uso de la tecnología genética para resolver la falta de productos alimenticios, la percepción es favorable porque comentan que la tecnología genética por sí sola no es ni buena ni mala, sino que depende del uso que a esta se le dé. 
Con relación al etiquetado, la mayoría está a favor de eso, pero además quieren que se especifique en la etiqueta si dicho productos produce o no daño a la salud y al medio ambiente. Finalmente, por lo antes señalado es evidente que la percepción de riesgos es alta, ya que persisten muchas dudas respecto a los posibles daños a la salud de; los seres humanos, a las plantas, a los animales y al ecosistema por la producción y consumo de OGMs. Esto debido a que la mayoría de los entrevistados desconoce las evidencias científicas sobre la inocuidad de estos productos. Por ello, los entrevistados coinciden en tres necesidades: a)Investigar a mayor profundidad los posibles efectos adversos por la producción y consumo de los OGMs, tanto en la salud, en las plantas, los animales y el medio ambiente. (b)Mejorar la regulación sobre la producción y consumo de los OGMs. (c)Informar periódica y eficientemente a la sociedad mexicana sobre qué son los OGMs incluyendo sus virtudes y defectos. 
La increíble expansión alrededor del mundo de los cultivos a base de OGMs provoca cada vez más opiniones críticas de su desarrollo y consumo. Para unos el uso de transgénicos permite; incrementar el rendimiento de los cultivos, minimizar tanto costos de producción como uso de agroquímicos y dar herramientas para mejorar el acceso a los alimentos a una población mundial creciente, con recursos naturales limitados, a través del uso de tecnologías ambientalmente más amigables. 
Los opositores al uso de la biotecnología argumentan que el mal uso de estas tecnologías puede generar un impacto negativo sobre el medioambiente y sobre la salud humana en específico. Aunque no hay pruebas científicas concluyentes que lo avalen. Cuestionan a las empresas multinacionales desarrolladoras, principalmente a los sistemas regulatorios de patentes en todo el mundo. También mencionan que como la mayoría de los informes europeos y americanos de controles sanitarios de OGMs son hechos por las propias compañías productoras, se debería exigir a las compañías que los análisis también sean realizados por las universidades públicas. No sólo por las empresas privadas, a sueldo de las compañías implicadas. 
En cuanto a México, los agricultores a favor de la tecnología transgénica apoyan la idea de que en este país se importa un maíz transgénico, que se podría producir localmente a precios mucho más bajos, con ganancias para los propios productores mexicanos. De esta forma reducir la gran dependencia alimentaria que se tiene de otros países. Por otro lado, los agricultores en contra argumentan una pérdida de la diversidad de maíces mexicanos. Además de que la introducción de estos cultivos provocará cada vez más vulnerabilidades y dependencias de las empresas transnacionales a los productores, que en su mayor parte son campesinos e indígenas. Además de exigir mayores apoyos para la comercialización del controversial grano. 
Es una realidad que la sociedad mexicana aún no acepta del todo los productos a base de OGMs. Hay quienes huyen de estos por miedo, aunque muchas veces estos miedos sean resultado de la falta de información. Sin embargo, esto no es excusa para ocultar la naturaleza de un producto. Se debe respetar el derecho a la información verídica y por lo tanto, informar adecuadamente sobre los procesos que demuestran la inocuidad de cada producto transgénico. 
Es necesaria una promoción certera, honesta y amplia de los riesgos y bondades de los productos transgénicos. Mediante la estandarización de medidas de control, métodos de evaluación y seguridad alimentaria con el objetivo de evitar daños a la salud humana y ecosistemas. 

Finalmente, es de vital importancia tener una mayor participación en las decisiones tecnológicas del país, para que el dominio que ejercen los intereses corporativos sobre la investigación científica sea balanceado por un control público más estricto. Las organizaciones públicas, nacionales e internacionales (FAO, CGIAR, etc.) deben monitorear y controlar que los conocimientos aplicados no sean propiedad del sector privado. Esto con el objetivo de proteger que tal conocimiento sea de dominio público y en beneficio de las sociedades rurales mexicanas. También deben desarrollarse regímenes de regulación controlados públicamente. Emplearlos para monitorear y  evaluar, así como controlar los riesgos sociales y ambientales de los productos biotecnológicos.